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Writer's pictureOrlando Gomez

Al momento de escribir este artículo bomberos y personal de emergencia en San Cristóbal están luchando por salvar vidas y extinguir un incendio que parece haber resultado de una explosión en una ferretería ubicada en el centro de la ciudad. Mis pensamientos están con todos los afectados por esta tragedia y sus familiares, y aunque lamentablemente está no ha sido la primera vez que el país vive este tipo de tragedias, sí me gustaría que esta sea una de las últimas.


De las ocasiones anteriores poco se ha sabido del resultado de las investigaciones, menos de si las mismas han sido utilizadas para darle forma a las políticas públicas para prevenir ese tipo de accidentes. Es difícil poder prevenir este tipo de accidentes si no documentamos las causas detrás de las docenas de eventos de este tipo que hemos tenido que sufrir como sociedad en los últimos años.


Más aún, no hay mucha información del Estado y los ayuntamientos sobre los recursos empleados en la supervisión continua de las medidas de seguridad en establecimientos para prevenir este tipo de accidentes. Por razones evidentes uno puede asumir que esos recursos son escasos y que el tipo de supervisión que sí se realiza hoy en día claramente no es suficiente.


Leyes y reglamentos tenemos en abundancia, es evidente que estos no son muy efectivos, pero su ausencia definitivamente no es el problema. Perdemos docenas de personas cada año por este tipo de accidentes, y toda la tinta del mundo no servirá para impedir que sigamos perdiendo mucha de nuestra gente valiosa en este tipo de accidentes si no son adecuadamente investigados y si no se toma con seriedad la implementación de medidas de seguridad que les prevengan.


Y prevención debe ser el enfoque. La importancia de investigar y documentar los hechos detrás de estos accidentes es precisamente definir las prioridades regulatorias y de supervisión de las autoridades. Si hoy la humanidad puede darse el lujo de disfrutar de un transporte aéreo extremadamente seguro, es precisamente porque alrededor de esa industria se desarrolló una cultura de seguridad, investigación y supervisión tendente a documentar los fallos y definir procesos de prevención y ejecución de tareas diseñados para prevenirles. Justo eso es lo que nos debemos los dominicanos a nosotros mismos.


Valoremos las vidas de nuestra gente, cada uno de nosotros cuenta, poder preservar esas vidas es una condición indispensable para garantizar un mejor porvenir de nuestra nación. Démosle el carácter que amerita a estos accidentes y de forma activa actuemos para prevenirlos, no necesariamente por algún deber moral y ético, que existe, para hacerlo, sino porque al final resulta conveniente para el bienestar de todos nosotros.


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