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Los gestos políticos, sin importar su materialidad, importan y pueden ser decisivos para trazar una pauta sobre todos los actores políticos, la sociedad civil y la ciudadanía en un momento dado. Se avecinan tiempos turbulentos en el mundo, circunstancias geopolíticas para las cuales encontramos precedentes sólo a partir de hace más de 80 años, una era en la que nuestro país estaba en su prehistoria institucional, con retos totalmente desconocidos para nuestras actuales instituciones democráticas. En esta ocasión propongo un consenso para un compromiso de todos los partidos políticos, sector empresarial, los sindicatos, sociedad civil y todo el país por la preservación de nuestra democracia y nuestras instituciones.
En las últimas semanas los Estados Unidos han trazado su nueva línea geopolítica, donde se prioriza el espectáculo para el votante interno por encima de los consensos internacionales, donde aliados y adversarios pueden ser tratados con la misma beligerancia, y donde las posiciones diplomáticas de esa nación ya no son guiadas por una serie de principios predecibles construidos por décadas de esfuerzos y consensos. Estamos viendo una política exterior en Estados Unidos más cercana a las presidencias de Woodrow Wilson y Herbert Hoover que a las de John F. Kennedy y Ronald Reagan.
La última vez que República Dominicana vivió bajo estas circunstancia geopolíticas teníamos una pseudo-democracia de caudillismos regionales que nos llevó a una anexión, una intervención militar extranjera y luego a una dictadura que terminó consolidándose y nos arrebató 31 años de experimento democrático.
La democracia moderna dominicana, la cual hoy se encuentra en su mayor punto de madurez, en más de una ocasión necesitó, en el curso de su construcción, la intervención activa o pasiva de la diplomacia de los Estados Unidos para evitar sus peores crisis existenciales, fuere a través de pronunciamientos públicos de su embajada o llamadas privadas de sus representantes.
Hoy vivimos un contexto externo donde, en un momento de crisis similar a los ya vividos, esa llamada podría nunca llegar o, peor aún, la llamada podría venir con instrucciones a desconocer el accionar de nuestras instituciones y nuestras decisiones democráticas. Nos debemos a nosotros mismos la responsabilidad de preguntarnos si estamos verdaderamente preparados para ese escenario.
Es por ello que hoy, humildemente, hago un llamado a nuestros principales actores políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, a convocar un congreso entre todos los partidos políticos, actores de la sociedad civil, el sector empresarial, sindicatos, asociaciones profesionales, los medios de comunicación y liderazgos comunitarios para formar un sólido consenso respecto del respeto de nuestra institucionalidad y los valores democráticos.
Los gestos políticos importan. La ciudadanía no es ajena a estas realidades que deben resultar evidentes para nuestras élites y lentamente irá entendiendo la gravedad de esta situación y lo que esta incertidumbre puede implicar para el país. Es por ello que de manera preventiva y decisiva todos debemos plantarnos en reconocer la importancia de la democracia que hemos construido y las instituciones que la defienden para evitar que las circunstancias globales faciliten su descarrilamiento.
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