Hace un poco más de un año propuse la creación de una alianza público privada con la intención de crear una industria armamentística nacional de alta tecnología para atender las necesidades tácticas de nuestras fuerzas armadas. En esta ocasión deseo retomar esa propuesta enfocándome en la producción de bajo costo de drones con diferentes tamaños, funciones y capacidades de autonomía.
Todo el que se ha detenido a ver el campo de batalla en la invasión rusa a Ucrania se tiene que haber percatado de que la era del dron ha llegado. Si bien los drones han tenido una participación creciente en los conflictos bélicos desde el inicio de la guerra contra el terrorismo, el alcance y forma de como estos podrían ser usados en una guerra entre pares y en un frente amplio de batalla incluyendo todo tipo de batallones, por aire, tierra y agua no era tan predecible hasta el momento en que inició este conflicto.
Sobre Ucrania están operando todo tipo de drones, desde los especializados en vigilancia de corto y largo plazo, los de ataque anti-personal y anti-tanques, así como drones aéreos, terrestres y acuáticos. Van desde los creados desde su inicio como drones de naturaleza militar a drones civiles reutilizados con un propósito militar, lo que se extiende a drones con materiales convencionales a drones de simple foam o plástico. Esta divergencia de orígenes y propósitos pone el rango de precios de los drones siendo utilizados en Ucrania desde los millones de dólares por unidad hasta menos de $500 dólares. Precisamente es esta divergencia lo que evidencia un espacio amplio de mejoras y posibilidades de desarrollos donde nuestro país puede crear un nicho.
En adición a crear una industria militar de manufactura local, como propuse originalmente, para el uso de los desarrollos de esta para nuestras fuerzas armadas. Enfocarle al desarrollo de drones militares, de vigilancia y ataque, de bajo costo y de producción masiva pudiera tener una implicación interesante en la capacidad de potencialmente desarrollar un mercado de exportación.
Naturalmente, para lograr darle forma a algo con este alcance, sería indispensable crear no solo los incentivos para lograr esa producción, sino de crear la logística de suministros para una producción importante de drones. Lo que incluye todas las materias primas de la producción que pueden ir desde aluminio a titanio, foam, plástico, cobre, chips, etc. hasta donde la ingenuidad de nuestros desarrolladores locales nos lleve.
Pocas veces se producen cambios fundamentales en la forma en que los humanos libran sus disputas bélicas, menores aún son las ocasiones en las que un desarrollo tecnológico pone a disposición de muchos las capacidades que antes solo estaban reservadas para unos pocos. Ese cambio fundamental de paradigmas es lo que está trayendo el dron en los campos de batallas, y en esta ocasión, distinto a en cualquier otro momento de nuestra breve historia como nación, tenemos la oportunidad de sacar beneficios de impulsar esa transición desde dentro de nuestras propias costas.
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