Actualmente estamos en uno de los ciclos de graduaciones en la educación superior para el año 2022 en República Dominicana. En esta ocasión, como en años anteriores, probablemente se confirme la tendencia de años anteriores y el número de egresadas mujeres exceda al de los hombres en proporciones cercanas o en exceso de 70 a 30. Esta proporción está muy por encima de cualquier país en la OCDE que tiene un promedio de 58 a 42. La participación de los hombres en la educación superior en nuestro país parece haberse caído por un acantilado, y no sabemos el alcance de esto, las razones y sus potenciales consecuencias.
Históricamente se ha hablado de las diversas disparidades entre hombres y mujeres, usualmente en perjuicio de estas últimas, en diversos aspectos sociológicos, uno de ellos era la brecha en la educación superior. Sin embargo, en las últimas 4 décadas en occidente se ha registrado no sólo una reversión de esa brecha, sino la creación dramática de una brecha en los niveles de ingresos y egresos en la educación superior entre hombres y mujeres, donde los primeros lucen cada vez más rezagados.
Aunque en los países de la OECD este fenómeno ha estado recibiendo atención en la academia, este no ha sido el caso en la mayoría de los hacedores de políticas públicas. En la República Dominicana, aún teniendo una brecha que a primera vista luce notoriamente más amplia que la registrada en los países de la OECD, hay muy poca literatura sobre el tema.
Sin estudios sobre el tema, es díficil entender la magnitud de la brecha en educación superior en nuestro país, sus causas, potenciales consecuencias o si quiera empezar a considerar remediaciones de cualquier tipo, si las hubiere, de ahí que esta propuesta solo se limita a pedir mayores estudios con relación al tema.
De esos estudios es posible que descubramos una co-relación con otras disparidades en nuestra sociedad, como una posible mayor disponibilidad de empleos para bachilleres hombres que para mujeres, o la existencia de presiones exógenas sobre los hombres para empezar aportar una entrada económica a sus hogares a edades cada vez más bajas, o cualquier factor que no sería evidente en un análisis superficial del tema.
Por supuesto, en ningún momento esto debe distraer del estudio y atención de las brechas que afectan profundamente a la mujeres en la República Dominicana, incluyendo las brechas educativas a nivel de primaria y secundaria derivadas por la deserción estudiantil, embarazos adolescentes, entre otras razones que pueden ser mejor explicadas por los sociólogos que mejor han estudiado esos temas.
Dicho lo anterior, es difícil saber las eventuales consecuencias de esta brecha entre hombres y mujeres en la educación superior. Nuestra sociedad apenas está empezando a ver los resultados del cierre de la brecha entre hombres y mujeres en la educación superior de hace 4 décadas, lo que podría resultar de este swing dramático probará ser difícil de predecir.
Me gustaría que ese estudio presentara también la realidad de profesionales en general, así veriamos cuantas mujeres y cuantos hombres son profesionales y cuantos no. La idea es descubrir si la proporción de graduandos actual es una continuación del equilibrio perseguido por las mujeres, o como bien dices, encontremos las razones del comportamiento que ahora se presenta como históricamente antagónico.
Giselle