La República Dominicana tiene múltiples problemas, entre ellos están la informalidad de la economía, la creciente complejidad en su esquema de subsidios y los costos asociadas a este, y la cantidad de personas en necesidad de asistencia estatal. El Estado podría atacar los tres problemas a través de una misma solución, la cual propongo como la tasa negativa del impuesto sobre la renta.
Por supuesto, la idea no es mía y ni particularmente nueva, esta idea fue propuesta por el Nobel de la Economía, Milton Friedman, en su libro “Capitalismo y Libertad” en 1962. Esta aún no ha sido implementada en ninguna parte del mundo en la forma tal cual la visualizó Friedman, pero en Estados Unidos existe el crédito tributario por el ingreso del trabajo el cual se aproxima mucho a su idea original.
Para República Dominicana, que tiene la necesidad particular de formalizar la mayor parte de su economía, la implementación de una tasa negativa del impuesto sobre la renta tendría que acercarse más a la idea original de Friedman.
La forma en la que teoréticamente opera un impuesto sobre la renta con una tasa negativa es, si se fija un corte de un ingreso anual de RD$200,000 y una tasa de -50%, si alguien gana RD$100,000 en el año, el Estado le entregaría la suma de RD$50,000 al final del año, si en cambio gana RD$150,000 en un año, este recibiría RD$25,000.
El primer efecto que tendría la implementación de esto en nuestro país, es que el manejo de los subsidios y planes de asistencia social se centralizarían en la Dirección General de Impuesto Internos, reduciendo significativamente los costos que actualmente derivan de la implementación de estos planes.
En segunda instancia, esto iniciaría una presión de abajo, el trabajador, hacia arriba, el empleador, para formalizar los negocios y reportar a la DGII los ingresos, a los fines de que estos sean elegibles a recibir los créditos derivados del impuesto sobre la renta negativo. Por supuesto, el Estado debe simplificar el proceso de reportería de modo que este sea sencillo y expedito para todos los ciudadanos, desde el servicio doméstico hasta los vendedores ambulantes.
Esta formalización tenderá a favorecer la capacidad recaudatoria del Estado ya que por golpe de efecto el sector informal que actualmente se encuentra a oscuras para la autoridad tributaria no tendría más remedio que hacerse visible y empezar a reportar.
La implementación de un impuesto sobre la renta negativo en nuestro país, admito, no sería una tarea fácil y requeriría un período significativo de transición en la medida que se estarían afinando las distintas variables que derivan de este, pero pudiera representar una solución efectiva a uno de los problemas más persistentes y difíciles de resolver que actualmente inciden sobre nuestro país.
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