Las redes sociales han sido el canal más importante para fomentar el ambiente de crispación social que actualmente se vive en la mayoría de las democracias. La manipulación directa e indirecta de los algoritmos tanto por Estados como actores privados para promover la desinformación y estimular esta situación es el secreto a voces respecto del cual ni las empresas administradoras de las redes sociales ni los Estados han encontrado formas de abordar.
Regular las empresas administradoras de redes sociales o el contenido en las redes sociales no es una alternativa realista ni deseable. Nadie desea un Estado con capacidad de regular la expresión en las redes sociales, y cualquier intento de hacerlo va a encontrar mucha resistencia, especialmente legal, en la mayoría de las democracias. La ruta de combatir la desinformación y la manipulación de contenido en las redes sociales no debe llevarnos a emular a autocracias como China o Irán.
Lo que sí pueden hacer los Estados es abiertamente manipular los algoritmos de las redes sociales, comunicarlo periódicamente al público e informar sobre como ejecuta estas actividades y los resultados obtenidos.
Esto implica tomar del libro del “hackeo ético” específicamente para mostrar la vulnerabilidad de manipulación y de desinformar de las redes sociales y el contenido que se consume a través de ellas, tanto a modo de ilustrarlo para los usuarios, pero más importante aún a las empresas que las administran.
Hasta la fecha esas empresas no han mostrado interés alguno en evitar la propagación de desinformación y las manipulación de sus algoritmos, de hecho, podría argumentarse lo contrario ya que ese tipo de contenido genera mayor consumo de sus aplicaciones y por ende genera un incentivo a seguir estimulándolo y permitir su propagación.
Que los Estados elijan exponer de forma continua y pública esta vulnerabilidad podría crear un incentivo para que dichas empresas tomen medidas para controlarlo, y a los usuarios para entender mejor como se genera y se visibiliza el contenido que consumen. Sacar a la luz lo que hasta ahora es un secreto a voces podría desarticular la capacidad de los Estados autoritarios enfocados en atacar la estabilidad social de las democracias.
Por supuesto, la ética debe guiar este tipo de ejecuciones si llegaren a realizarse desde el Estado. El contenido debe ser identificado como creado para este propósito y no debe ser contenido falso o que promueva la desinformación, se debe comunicar de manera independiente la colocación del contenido e informar la metodología empleada para manipular los algoritmos de las redes sociales y aumentar su alcance, y luego exponer los resultados de ese ejercicio. Hacer esto de forma masiva e insistente pudiera servir de antídoto del efecto que viene provocando el consumo de las redes sociales en nuestras sociedades, algo que se está convirtiendo en una verdadera emergencia.
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