top of page
Writer's pictureOrlando Gomez


Ahora que la elección de Trump luce inevitable, en República Dominicana debemos pensar seriamente sobre las consecuencias que tendrá el aislacionismo comercial, militar y logístico de los Estados Unidos que impulsará Trump y sus efectos sobre nosotros. Curiosamente, fuera del caos geopolítico que podría producirse, la República Dominicana está en condiciones de ser altamente favorecida por el dislate y debemos estar preparados para maximizar los potenciales beneficios que este podría derivar a nuestro favor. 


En un mundo donde Estados Unidos reduce significativamente sus compromisos con la OTAN, o abiertamente se retira de esta, y donde se minimiza el valor político de proteger a Taiwan, las potencias regionales se verán más envalentonadas para impulsar sus objetivos estratégicos en sus respectivos patios que traerá una etapa global de conflictos e incertidumbre. Esto impactará la cadena global de suministros que aún sigue resentida por lo ocurrido con el COVID-19, pondrá presión sobre los precios de la energía y obligará a reenfocar las prioridades de gasto en las principales economías del mundo.


Si bien algunos aspectos de esta incertidumbre tendrían un impacto negativo en la República Dominicana, específicamente debido a su dependencia del petróleo y gas importado para sus necesidades energéticas, históricamente nuestro país ha recibido enormes beneficios cuando el caos afecta otros continentes. Durante las dos Guerras Mundiales y períodos de conflictos en Asia y África nuestros productos de exportación se suelen beneficiar de incrementos en sus precios en los mercados internacionales, y en esta ocasión es probable que sea similar dependiendo de como se manifieste el caos.


En Europa es poco probable que, aún si Estados Unidos retira toda forma de asistencia a Ucrania, Rusia pueda ocupar a toda Ucrania y continuar su campaña de agresión a otros países. Lo que sí es probable es que Rusia congele el conflicto para poder rearmar su decaído ejército y empiece una campaña de desestabilización en Europa del Este y el norte de África. Por su lado en Asia, es posible que China se movilice para ocupar Taiwán antes de que la ventana de oportunidad para hacerlo se cierre de forma definitiva, lo que pondría presión política, militar y económica en países como Corea del Sur, Japón, Vietnam, Filipinas y Malasia.


Dada esas circunstancias no solo deberíamos apostar a los beneficios que derivarían del alza de los precios de nuestros productos de exportación, sino que debemos enfocarnos en servir de hub para el nearshoring desde Asia y al offshoring desde Europa, como punto alejado de los conflictos y de estabilidad comparativa.


No deberíamos asumir que las Américas estarán libres de conflictos, es probable que más de un autócrata del patio busque alguna forma de protagonismo en río revuelto, pero eso no tenderá a impactar de forma relevante a nuestra isla. Por supuesto, y como siempre, debemos contener el constante estado de crisis de Haití en aquel lado de la frontera, pero hasta el momento hemos sido bastante efectivos en eso lo que no tiene porque cambiar. 


Sin dudas el caos geopólitico va a traer consecuencias negativas para nuestro país, especialmente como segundo factor inflacionario de una presidencia de Trump y por lo que ello va a implicar en los costos de la energía. Pero ese caos tenderá a abrir muchas oportunidades para nuestro país y debemos colocarnos en la posición de aprovecharlos una vez se materialice.   


Comments


bottom of page