Desde que empezara esta pequeña serie de propuestas para prepararnos para lo que en su momento consideré la inevitable segunda presidencia de Trump mucho ha cambiado en el terreno político estadounidense. La salida del Presidente Biden de la campaña y el ascenso entusiasta de la candidata demócrata Kamala Harris ha provocado un cambio dramático de tono, y si antes entendía la segunda presidencia de Trump como inevitable, ahora debo corregir la certeza del lenguaje que he empleado para solo considerarla como probable. Esto fortalece el tono de este último artículo sobre el tema, en la que sugiero implementar las reformas para asumir un calculado pero sano distanciamiento de Estados Unidos aún si Trump no gana la presidencia.
Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y estratégico de la República Dominicana, y eso no debe y nunca debería cambiar. Eso dicho, debemos estar conscientes de que esta relación supone un riesgo importante en la medida que el ambiente político e institucional en dicha nación se vuelve más incierto.
La economía dominicana tiene una alta dependencia de Estados Unidos en aspectos que son críticos, tales como en las remesas, turismo y comercio exterior. Cualquier cambio de política o tratamiento que impacten esos sectores, tales como un impuesto a las remesas o la implementación de aranceles a las importaciones, pueden tener un efecto devastador en nuestro país.
Por igual, la República Dominicana tiene una dependencia importante de la asistencia americana en su fortalecimiento institucional. Es tiempo de que nos vayamos deshaciendo de las rueditas de aprendizaje institucional y empecemos a trazar nuestro propio camino organizacional, legal, normativo y regulatorio, si bien no distanciandonos totalmente, pero al menos no esperando ni dependiendo de la colaboración institucional de Estados Unidos o la Unión Europea.
De manera general debemos iniciar la ardua labor de diversificar nuestra economía de modo que esta no sea desproporcionadamente dependiente de solo 3 rubros económicos sostenidos por la economía de un solo país. Por eso debe ser una urgencia estratégica promover la inversión extranjera directa y el comercio transfronterizo de la Unión Europea, Reino Unido, México, Centroamérica, Suramérica y Asia excluyendo a China.
Es cierto que la victoria de Trump no es un hecho seguro como lo parecía hasta hace apenas 1 mes, pero eso no deja de resaltar lo peligrosamente expuestos que como país estamos a los vaivenes políticos en Estados Unidos que cada vez lucen más extremos e inciertos. Aún si en esta ocasión logramos salvar del peor escenario, es prudente que tomemos las acciones necesarias para nunca más vernos expuestos de esta manera.
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