En este artículo final donde abordo la pregunta “¿Qué necesita la República Dominicana de Haití?” voy a ser un poco más directo para que haya total claridad de lo que a mi parecer debe ser nuestro objetivo. La República Dominicana necesita un Haití no meramente estable, sino próspero y exitoso, con quien mantengamos relaciones y podamos definir estrategia comunes de desarrollo y comercio a nivel local y regional. Sólo si se alcanza esa meta se podrán normalizar los flujos migratorios desde Haití hacia nuestro país y nuestra relación como naciones podrá liberarse del inútil foco hacia el pasado para poner la mirada hacia un futuro más positivo para ambos países.
Los flujos migratorios más icónicos de la segunda mitad del Siglo XX, la migración de México hacia Estados Unidos y la de Europa del este hacia Europa central y oeste, no son ni sombra de lo que una vez fueron justo por lo logrado en materia comercial y política entre los estados receptores y los estados expulsores de migrantes. Hoy la migración mexicana hacia Estados Unidos ha sido opacada por la migración desde Centroamérica y Suramérica, mientras que los países de Europa del este están, a su vez, empezando a convertirse en estados receptores de migrantes.
Para que esto ocurriera se fomentó la estabilidad política bajo principios democráticos en esos estados expulsores, se fortalecieron sus instituciones y se produjo una agresiva apertura comercial de parte y parte. Es por ello que no debemos engañarnos a nosotros mismos, no existe ningún escenario, método o herramienta con el que se reduzca la migración de Haití hacia la República Dominicana que no requiera seguir una estrategia similar a la implementada en Estados Unidos y Europa.
Naturalmente, la República Dominicana no tiene el “soft power” ni el poder económico para lograrlo tal cual lo hicieran los americanos y los europeos, pero ello no impide que la solución pueda ser “aplatanada” apostando a nuestras fortalezas y experiencias y como estas pueden ser utilizadas en Haití.
Si bien podemos apostar a tener una participación más activa en las decisiones que encaminen a Haití hacia su estabilidad y desarrollo como forma de enfrentar el problema migratorio, la realidad es que deberíamos de abordarlo como una oportunidad de acelerar el desarrollo en nuestro propio país.
La República Dominicana puede ofrecer a Haití el expertise institucional del servicio civil del Estado para reconstruir las instituciones haitianas, su sector financiero para capitalizar y fortalecer su sistema bancario, su sector de la construcción con los conocimientos y herramientos para reconstruir la infraestructura haitiana, su know-how del sector turismo para replicar nuestro modelo y crear sinergias con el potencial turístico de Haití, y su producción nacional para atender las necesidades de la población en Haití.
“No hay solución dominicana al problema haitiano” es de las frases más irritantes de las que tocan escuchar una y otra vez en nuestro país. El problema haitiano es un problema para los dominicanos y ese problema no se va a resolver con maquillaje y falsas expectativas sobre cosas imposibles, y mucho menos se va a resolver si nos sentamos a esperar que vengan de afuera a resolvernos. No debemos continuar con el error de mantenernos en las gradas dejando pasar la oportunidad de resolver para nuestro propio beneficio la situación haitiana.
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