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Writer's pictureOrlando Gomez

Esta semana Cuba aprobó el matrimonio igualitario. Es una vergüenza para nuestra democracia que una dictadura con un historial de persecución y asesinatos de personas LGBT haya legalmente permitido el matrimonio igualitario antes que nosotros. No voy a aspirar a que en nuestro país se haga lo correcto simplemente porque es lo correcto, por eso en esta ocasión propongo la legalización del matrimonio igualitario tomando como partida los beneficios económicos de hacerlo.


La aprobación del matrimonio igualitario tendría un efecto económico inmediato derivado de la mera celebración de bodas entre personas del mismo sexo. La organización de bodas implica un gasto significativo en la economía formal que no sólo se traduce en trabajo para sectores como el de alimentos y bebidas, sino en floristerías, fotografía, hoteles y el turismo interno. El sólo hecho de que las bodas empiecen a ocurrir sería un empuje económico y fiscal importante una vez el 5% o más de la población que actualmente no pueden celebrarlas, por virtud de un plumazo, de repente puedan.


Igual de interesante, desde el punto de vista económico, sería la posibilidad de que las parejas de un mismo sexo puedan compartir un mismo plan de salud. Hoy en día no es posible para una pareja del mismo sexo hacerlo, y esto o resulta en un gasto ineficiente en varios planes de salud o que uno o ambos en la relación no tengan acceso alguno a un seguro de salud. Aprobar el matrimonio igualitario no solo supondría una aplicación importante del acceso a la salud, sino que abarataría esos costos permitiendo un ahorro a esas parejas que pudiera ser reinvertido en la economía en bienes, servicios y capital que no sólo estimularían aún más su crecimiento sino que devengaría en mayores recaudaciones fiscales para el Estado.


Por supuesto, también debemos considerar el turismo. En la medida que más países aprueban el matrimonio igualitario la República Dominicana queda más aislada en el cada vez más reducido grupo de países que no reconocen ese derecho, y con ello empezamos a dar la impresión de no ser tolerantes a las personas en comunidad LGBT a nivel mundial. El mercado es demasiado significativo como para que nuestro país siga poniendo en riesgo su reputación por no reconocer algo que debería ser más que evidente.


Nuestro país puede lograr los enormes beneficios de ser un país inclusivo y atractivo para la comunidad LGBT en todo el mundo no sólo por el turismo derivado del matrimonio inclusivo en si mismo sino hasta por sus divorcios al vapor como ya lo ha sido para las parejas heterosexuales durante décadas.


Reconozco que se siente sucio hablar de beneficios económicos del reconocimiento de derechos que deberían ser de sentido común para cualquier persona con dos dedos de frente y tener que hacer este argumento utilitario para algo que debería caerse de la mata. Pero lanzo algo, lo que sea, para que los hacedores de políticas públicas en nuestro país tomen este tema en serio y nos eviten el ostracismo internacional que derivará de seguir pateando la situación al futuro por temores de política electoral carentes de evidencia para justificar la inacción.


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