El modelo de zonas francas en la República Dominicana ha sido un éxito y un contribuyente importante en el desarrollo del país, es por ello que no podemos dejarnos el lujo de que nuestro modelo quede rezagado frente a sus pares de la región y con nuestros competidores en Asia, por lo que debemos empezar a introducir las zonas francas digitales como ya estos lo han venido haciendo desde antes de la pandemia y con mayores fuerza luego de de esta.
Así como el modelo nuestro ha favorecido el desarrollo de la producción industrial y manufacturera, este debe extenderse para incluir los servicios digitales, los hubs logísticos de ventas digitales e intermediarios digitales para la exportación como soporte para facilitar a los negocios locales la exportación de sus productos a través de las ventas en plataformas digitales.
El enfoque debe ser múltiple para no sólo atraer a servicios y empresas establecidos de servicios digitales y en línea, sino para adicionalmente fungir como una jurisdicción privilegiada para la creación de start ups de servicios digitales, tomando en consideración la flexibilidad no sólo en los impuestos sobre rentas y transferencias, como habitualmente lo hacen las zonas francas tradicionales, sino adicionalmente sobre la generación y captación de capital para facilitar las inversiones directas sobre esas start ups.
Estas zonas francas pueden ser un punto de pivote para movilizar la exportación de productos y servicios de nuestras MIPYMES, las cuales actualmente tienen dificultades para hacerlo debido a los altos costos de la formalización con vocación exportadora, atrayendo empresas que puedan fungir como intermediarios para facilitar la exportación y como plataformas para la venta directa de esos productos.
La estructura de incentivos fiscales alrededor de las zonas francas digitales debe orientarse a atraer y facilitar las distintas dinámicas que permiten la digitalización de la producción y servicios, de forma que nuestra estructura de zona franca digital sea más favorable que las hasta ahora implementadas en lugares como Malasia.
La República Dominicana y su modelo de zona franca debe evolucionar y flexibilizarse para adaptarse a la nueva realidad de los negocios y la estructuración de la logística en las cadenas de suministros y de producción, que antes de la pandemia ya venían desarrollándose y que a partir de esta se han acelerado por los distintos retos que han derivado de esta crisis, ahora convertidos en oportunidades a través de los servicios, negocios y organizaciones digitales.
Un nuevo enfoque para los retos del futuro es necesario, y se hará indispensable en la medida que la industria de servicios digitales siga avanzando, y si el modelo nuestro de zona franca de exportación debe sobrevivir tendrá que hacerlo evolucionando.
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